El crochet es una técnica de tejido, pero la historia del crochet guarda toda una forma de expresión, una tradición que cruza fronteras y generaciones, y también una tendencia que arrasa en redes sociales.
Desde los tapetitos que adornaban las casas de nuestras abuelas, hasta los tops modernos que vemos en Instagram, el crochet ha sabido mantenerse vigente y reinventarse con el tiempo.
Vamos a deshebrar (literal y figuradamente) la historia del crochet: qué es, de dónde viene, cómo ha viajado por el mundo y por qué está viviendo un resurgimiento espectacular.
Así que ponte cómoda, prepara tu cafecito, y acompáñanos en este viaje tejido con historia, cultura y mucha creatividad.
A diferencia de otras técnicas textiles, no se han encontrado restos arqueológicos de crochet antes del siglo XIX.
Crochet: ¿qué es?
Si alguna vez viste a tu abuelita con un gancho en la mano y un hilo que parecía no tener fin, muy probablemente estaba haciendo crochet. Pero, ¿qué es exactamente eso?
El crochet, también conocido como ganchillo, es una técnica de tejido que se hace con una aguja especial (que tiene un gancho en la punta) y estambre o hilo.
A diferencia del tejido con dos agujas (el famoso “knitting”), aquí solo usas una aguja y vas formando puntadas que se enlazan entre sí.
El resultado puede ser desde una servilleta súper linda, hasta un suéter calientito, una manta, bolsos, e incluso peluches (como los amigurumis, que están súper de moda).
Una de las cosas más padres del crochet es que no necesitas una maquinaria costosa ni un gran espacio. Con un gancho, hilo y ganas de aprender, ya puedes empezar. Además, ¡es bastante relajante!
Entre los beneficios de tejer en crochet está ayudar a combatir el estrés, mejorar la concentración y despertar la creatividad. Nada mal para algo que puedes hacer desde el sillón de tu casa, ¿no crees?
Y lo mejor de todo: el crochet no tiene edad ni género. Cada vez más personas jóvenes, hombres y mujeres por igual, se están uniendo al mundo del tejido y comparten sus creaciones en redes sociales.
Historia crochet: una mirada al pasado
Ahora que ya sabes qué es el crochet, seguro te estás preguntando: “¿Y esto de dónde salió?” Pues la verdad es que su historia es tan interesante como aprender un patrón nuevo en Pinterest.
Aunque mucha gente piensa que el crochet es antiquísimo, lo cierto es que no hay evidencia concreta de que existiera en épocas muy antiguas como otras técnicas textiles.
Por ejemplo, no se han encontrado piezas de crochet en tumbas egipcias ni en excavaciones romanas, lo que ha llevado a muchos investigadores a pensar que es una técnica relativamente "moderna" (bueno, moderna entre comillas, porque hablamos de varios siglos atrás).
La mayoría de las fuentes coinciden en que el crochet tal y como lo conocemos comenzó a tomar forma en Europa durante el siglo XIX, especialmente en Francia, Inglaterra e Irlanda.
En esos tiempos, el crochet se popularizó como una forma económica de imitar los encajes caros que solo los ricos podían pagar.
Imagina eso: ¡crear lujo con tus propias manos!
En México, el crochet llegó junto con las influencias europeas y se adaptó rápidamente a nuestras tradiciones.
Aquí lo usamos no solo para hacer ropa o mantas, sino también para crear servilletas decorativas, cortinas, tapetes, ¡y hasta vestiditos para las botellas de vidrio que adornan la cocina!
Así que, como puedes ver, el crochet tiene una historia rica, resiliente y bien tejida con los hilos de la cultura, la necesidad y, sobre todo, la creatividad.
¿Cuál es el origen del crochet?
La pregunta del millón: ¿de dónde salió el crochet? Aunque nos gustaría decirte que nació en tal año o en tal país, la verdad es que el origen del crochet es un poco misterioso, y hay varias teorías al respecto.
Lo curioso es que, aunque muchas técnicas textiles tienen registros antiguos (como el telar o el bordado), con el crochet no hay pruebas sólidas de que existiera antes del siglo XIX. No hay hallazgos arqueológicos que lo confirmen, lo cual ha generado bastante debate entre los historiadores.
Aun así, eso no ha detenido a quienes aman el crochet de seguir buscando pistas y conectar los hilos de su posible origen. A continuación, te contamos las principales teorías.
Origen del tejido a crochet: teorías y evidencias
Existen varias teorías sobre cómo y dónde pudo haber nacido el crochet. Aquí te van las más conocidas:
- Teoría árabe: Algunos piensan que el crochet tiene raíces en las culturas árabes del norte de África, donde se usaban técnicas parecidas para crear telas decorativas. Se cree que esas prácticas pudieron llegar a Europa a través de España, durante la ocupación musulmana.
- Teoría china: También hay quienes aseguran que en China existieron prácticas de bordado con gancho, similares al crochet, aunque tampoco se han encontrado suficientes pruebas físicas para confirmarlo.
- Teoría del “tambour” (Francia): Esta es una de las más fuertes. En el siglo XVIII, en Francia y otras partes de Europa, se practicaba una técnica llamada tambour embroidery (bordado con tambor), que se hacía con un gancho muy parecido al de crochet. La diferencia es que se bordaba sobre una tela tensa. Con el tiempo, esa técnica evolucionó y se transformó en el crochet, que ya no necesitaba tela base, sino que se tejía solo con hilo.
- La evidencia escrita: El primer uso documentado de la palabra “crochet” aparece en textos franceses del siglo XIX. En 1823, se publicó un libro con patrones para hacer labores usando un "crochet", que en francés significa literalmente "gancho". De ahí tomó su nombre actual.
Entonces, aunque el origen exacto no está del todo claro, todo apunta a que el crochet moderno comenzó en Europa, con influencias de técnicas anteriores y mucha creatividad de por medio.
Origen del tejido crochet y su expansión global
Una vez que el crochet tomó forma en Europa, empezó a expandirse rápidamente por todo el mundo, gracias a su practicidad y a que no necesitaba herramientas caras o complicadas.
En Irlanda, por ejemplo, durante el siglo XIX, el crochet se convirtió en una fuente vital de ingresos.
Las mujeres irlandesas tejían encajes finísimos conocidos como Irish lace, que eran tan detallados y elegantes que competían con los encajes hechos a máquina.
Estos productos se exportaban a Inglaterra, Francia y hasta América, y fueron clave para la economía de muchas familias durante tiempos difíciles.
Un dato curioso es que durante la Gran Hambruna Irlandesa (entre 1845 y 1850), muchas familias se apoyaron en el crochet para sobrevivir. Las mujeres tejían piezas finísimas que luego se exportaban a otros países, generando ingresos para alimentar a sus familias.
En el siglo XX, con la migración y la colonización, el crochet llegó a América Latina, incluyendo a México, donde rápidamente se fusionó con nuestra cultura. Aquí le dimos nuestro toque: colores vivos, patrones florales, y lo usamos tanto en la ropa como en el hogar.
Seguro conoces a alguien que tiene una blusa tejida a mano, una carpetita blanca para el centro de mesa o una cobijita de bebé hecha en crochet.
Con el tiempo, el crochet cruzó todas las fronteras. En Japón, por ejemplo, se perfeccionó la técnica del amigurumi, esos tiernos muñequitos tejidos que ahora son famosos en todo el mundo.
En Estados Unidos, hubo un boom en los años 60 y 70 con el movimiento hippie, donde el crochet se convirtió en un símbolo de expresión artística y libertad.
Y ahora, en pleno siglo XXI, vivimos una nueva era del crochet: más moderno, más visible en redes sociales y con comunidades enteras que comparten patrones, tutoriales y consejos para seguir pasando la tradición… ¡pero con estilo!
La historia del crochet en distintas culturas
Aunque el crochet tal como lo conocemos hoy nació y se popularizó principalmente en Europa, su historia no se queda ahí. Conforme se fue expandiendo, cada cultura le fue poniendo su propio toque, adaptándolo a sus costumbres, materiales y formas de ver el mundo.
Así, las ideas de creaciones con crochet son tan infinitas como la imaginación humana. Aquí te va un recorrido cultural tejido con puntadas del mundo:
Francia e Irlanda: el crochet como arte y necesidad
En Francia, el crochet arrancó como una alternativa “económica” a los encajes finos que usaban las clases altas. Pero eso no significa que fuera algo simple. Al contrario, los diseños eran tan delicados que muchas veces se confundían con encaje real.
En Irlanda, como ya mencionamos, el crochet fue clave durante la Gran Hambruna. Mujeres y hasta niños se especializaban en hacer Irish Lace. Ahí el crochet pasó de ser arte decorativo a ser una herramienta de supervivencia.
México y América Latina: el crochet se vuelve tradición
Cuando el crochet llegó a América Latina, nuestras abuelitas lo tomaron con entusiasmo.
En México, en particular, se convirtió en parte de la identidad artesanal de muchas regiones.
Aquí se usa para crear blusas tradicionales, caminos de mesa, manteles, cubrecamas, servilletas y un sinfín de decoraciones coloridas que le dan vida al hogar.
Lo bonito es que el crochet se fue combinando con nuestras técnicas tradicionales y nuestros colores tan vivos. En pueblos y comunidades, muchas mujeres siguen enseñando a sus hijas a comenzar en el mundo del crochet desde pequeñas.

Japón: la precisión hecha tejido
En Japón, el crochet se perfeccionó con la exactitud y detalle que los caracteriza. Ahí nació el famoso amigurumi, que son esos muñequitos tejidos a crochet que pueden parecer tiernos pero requieren un nivel de detalle impresionante.
Los japoneses también desarrollaron patrones súper detallados con símbolos en lugar de texto, lo cual hizo más fácil seguir diseños complejos sin importar el idioma. Hoy en día, los patrones japoneses son de los más buscados por crocheteros y crocheteras del mundo.
África: color y textura
En países africanos, el crochet ha sido usado para crear piezas únicas, con colores intensos y patrones llamativos. En algunos lugares se mezcla con telas tradicionales como el kente o el batik, los resultados son prendas y accesorios que mezclan lo ancestral con lo moderno.
Estados Unidos: del hippie al diseño de autor
En los años 60 y 70, el crochet vivió un boom en Estados Unidos gracias al movimiento hippie. Hacer tu propia ropa era algo básico. Así, salieron a la luz los famosos chalecos, tops, bolsos y mantas de colores psicodélicos, hechos totalmente a mano.
Hoy, en el mismo país, el crochet también es parte de la escena del diseño independiente. Muchas marcas de ropa o artistas textiles lo usan para crear piezas especiales, desde moda de pasarela hasta instalaciones artísticas.
Como ves, el crochet no es solo una técnica de tejido: es una forma de expresión cultural, una herramienta de resistencia y un arte que ha viajado por el mundo adaptándose a cada rincón.
Y lo mejor es que sigue evolucionando, tejiendo historias nuevas en cada país, cada comunidad y cada hogar.
El resurgimiento del crochet en la actualidad
Si pensabas que el crochet era cosa de abuelitas, ¡sorpresa! Está más vivo que nunca. En los últimos años, esta técnica ancestral ha tenido un verdadero regreso triunfal, y no solo como pasatiempo, sino como forma de arte, de moda y hasta de protesta.
De TikTok a pasarelas: el crochet se vuelve viral
Gracias a redes sociales como TikTok, Instagram y YouTube, el crochet se volvió una tendencia entre jóvenes de todo el mundo.
¿La razón? Es creativo, relajante, puedes hacerlo desde casa y el resultado puede ser tan cool como un top bohemio o una funda para celular súper original.
En TikTok, por ejemplo, se ha hecho viral el famoso “crochet top challenge”, donde cientos de personas muestran sus creaciones paso a paso.
También hay cuentas mexicanas que te enseñan desde lo más básico hasta patrones avanzados. ¡Una maravilla!
Además, las grandes marcas de moda también han volteado a ver el crochet. Diseñadores de alta costura lo han usado en sus colecciones y muchas prendas que ves en tiendas fast fashion están inspiradas en esa onda artesanal.
Movimiento DIY: hazlo tú mismo con orgullo
Con todo este boom del “hazlo tú mismo” o DIY (por sus siglas en inglés), mucha gente ha redescubierto lo padre que es crear algo con tus propias manos. El crochet encaja perfecto en ese movimiento. No solo te permite expresarte, sino que también puedes hacer regalos personalizados, vender tus piezas o simplemente disfrutar el proceso.
Incluso hay una revalorización del trabajo hecho a mano. Hoy más que nunca, la gente está dispuesta a pagar por una prenda tejida artesanalmente porque sabe que detrás hay tiempo, habilidad y corazón.
Crochet con causa: más que una moda
Y como si fuera poco, el crochet también ha encontrado un lugar en movimientos sociales. En algunos lugares se hacen intervenciones urbanas con tejido, como las “guerrillas del yarn bombing”, donde cubren árboles, bancas o esculturas con coloridas piezas tejidas. Esto embellece el espacio a la vez que manda mensajes de inclusión, paz o protesta.
En comunidades de mujeres, especialmente en zonas rurales, el crochet sigue siendo una fuente de ingresos, de independencia económica y de conexión con otras mujeres. Tejer se convierte en un espacio de apoyo, charla y creación colectiva.
Así que sí: el crochet volvió, y con más fuerza que nunca. No importa si tejes por hobby, por tradición, por necesidad o por moda… cada punto cuenta una historia.
Y quién sabe, tal vez hoy empieces con una bufanda, pero mañana estés diseñando tu propia marca tejida 100% mexicana. 🌵🧶
Superprof te lo resume
El crochet es mucho más que una manualidad bonita: es una técnica de tejido que ha cruzado siglos, culturas y generaciones, transformándose y adaptándose sin perder su esencia.
Aunque no existen pruebas arqueológicas que lo ubiquen en tiempos antiguos como otras técnicas textiles, todo indica que el crochet moderno surgió en Europa, particularmente en Francia e Irlanda, a partir del siglo XIX.
Ahí comenzó como una alternativa accesible al encaje tradicional y, poco a poco, se convirtió en una herramienta poderosa tanto estética como económicamente, especialmente en tiempos de necesidad como la Gran Hambruna Irlandesa.
A medida que el crochet se fue esparciendo por el mundo, cada cultura le dio su propio estilo.
En la actualidad, el crochet ha retomado fuerza como nunca. Las redes sociales han sido clave para su popularización entre nuevas generaciones que lo ven como una forma de arte, de relajación y de conexión con las raíces.
Plataformas como TikTok e Instagram están llenas de tutoriales, retos, creaciones y emprendimientos que giran alrededor de esta técnica. Más allá del boom visual, el crochet también forma parte de una corriente que apuesta por lo artesanal, lo hecho con calma y a mano, frente a un mundo acelerado y saturado de producción en masa.
Además, muchas personas, sobre todo mujeres, siguen utilizando el crochet como una fuente de ingresos, un oficio que se hereda y se comparte en talleres, grupos comunitarios y espacios creativos.
En algunos casos, incluso se convierte en herramienta de lucha, como en los proyectos de yarn bombing (intervenciones urbanas con tejido) o en colectivos de tejedoras que encuentran en el hilo un canal para contar sus historias.
En resumen, el crochet no solo ha sobrevivido al paso del tiempo: ha sabido reinventarse, moverse entre culturas y generaciones, y mantenerse vigente como una actividad rica en historia, identidad y creatividad.
Y lo mejor de todo es que, mientras haya un gancho, hilo y ganas de crear, siempre habrá algo nuevo por tejer.









