Con la caída de José María Morelos, el movimiento independista parecía llegar a su fin una vez más, pero pese a las dificultades, el ejército insurgente prevaleció y dio comienzo a la tercera fase de la independencia.
La tercera etapa de la Independencia de México, conocida como “La Resistencia”, abarcó desde 1815 hasta 1820 y se caracterizó por la persistente lucha de los insurgentes en forma de guerrillas dispersas.
Mira un resumen de esta importante etapa.
La tercera etapa de la Independencia de México
Tras la captura y ejecución de José María Morelos en 1815, el movimiento independentista se fragmentó, pero los ideales de libertad mantuvieron la lucha insurgente.
Durante este período, los insurgentes, liderados por figuras como Vicente Guerrero y Guadalupe Victoria, adoptaron tácticas de guerrilla para resistir la ofensiva realista y mantener la esperanza de un México libre.
Esta etapa, aunque menos conocida, fue crucial para la eventual victoria del movimiento independentista. Estos son algunos de los puntos más importantes de este periodo histórico.
1815
Captura y ejecución de José María Morelos. La lucha independentista se fragmenta y adopta tácticas de guerrilla.
1816
Vicente Guerrero emerge como uno de los principales líderes insurgentes en el sur de México.
1817
Francisco Javier Mina llega a México desde España para apoyar la causa insurgente, pero es capturado y ejecutado.
1818
Las guerrillas insurgentes continúan hostigando a las fuerzas realistas, manteniendo viva la resistencia.
1819
Guadalupe Victoria se une a Vicente Guerrero, fortaleciendo la resistencia en el sur.
1820
La Constitución de Cádiz es instaurada en España, lo que debilita el control realista en México y da un nuevo impulso a la causa independentista.
1820
El Plan de Iguala es proclamado por Agustín de Iturbide y Vicente Guerrero, estableciendo las bases para la independencia de México.
Guerra de guerrillas
La tercera etapa de la lucha por la independencia de México suele ser relegada a un segundo plano. Sin el liderazgo de héroes como Hidalgo y Morelos, el ejército insurgente se encontraba disperso y con pocas posibilidades de vencer.
Esta etapa pudo ser el fin del sueño de libertad mexicano, sin embargo, los insurgentes adoptaron un enfoque diferente de guerrilla que mantuvo vivo el movimiento a pesar de las adversidades.
La guerra de guerrillas, adoptada por los insurgentes tras la muerte de Morelos, se basaba en tácticas de desgaste y hostigamiento constante al enemigo. Sus características principales fueron:
- Ataques sorpresa y retiradas estratégicas. Pequeños grupos de insurgentes, conocedores de senderos ocultos y pasos montañosos, realizaban emboscadas y ataques rápidos a las tropas realistas, aprovechando el factor sorpresa. Tras infligir bajas al enemigo, se retiraban velozmente, desapareciendo en la espesura del terreno, frustrando así cualquier intento de persecución.
- El terreno como aliado: Las montañas escarpadas, las selvas densas y los desiertos áridos del sur y centro de México se convirtieron en el santuario de los guerrilleros. Su profundo conocimiento del entorno les permitía tender trampas, emboscar convoyes de suministros y evadir a las tropas realistas en persecución.
- El pueblo: Soporte Vital de la Resistencia. A pesar del temor a las represalias realistas, la población local proporcionaba a los insurgentes información crucial sobre los movimientos del enemigo, así como alimentos, refugio y, en ocasiones, nuevos reclutas. Este apoyo popular fue fundamental para la supervivencia y la continuidad de la lucha guerrillera.
- Liderazgo descentralizado: A diferencia de las etapas anteriores, no había una figura central que dirigiera la lucha. Líderes regionales como Vicente Guerrero, Guadalupe Victoria y Francisco Javier Mina, cada uno con su propio estilo y estrategia, mantenían viva la resistencia en diferentes zonas del país. Esta descentralización dificultaba al ejército realista la tarea de sofocar la insurgencia, ya que debía combatir en múltiples frentes simultáneamente.
- La Guerra de Desgaste. El objetivo de las guerrillas no era derrotar al ejército realista en grandes batallas campales, sino desgastarlo mediante ataques constantes, sabotajes y emboscadas. Esta estrategia, aunque requería paciencia y sacrificio, minaba la moral del enemigo, dificultando el control del territorio y creando un clima de inseguridad que favorecía a los insurgentes.
Aunque la guerra de guerrillas no logró victorias militares decisivas que definieron el curso de la guerra, mantuvo viva la causa independentista durante un periodo crítico. La resistencia constante demostró a España que el anhelo de libertad en México no había sido extinguido, y contribuyó a crear las condiciones para el triunfo.
Principales Líderes guerrilleros y sus zonas de operación
A pesar de las dificultades, líderes como Vicente Guerrero, Guadalupe Victoria y Francisco Javier Mina mantuvieron viva la llama de la independencia en diferentes regiones del país.
- Vicente Guerrero: sur de México (Michoacán, Guerrero, Oaxaca).
Conocido como el "Consumado Guerrillero", utilizó las montañas del sur como su bastión. Sus ataques relámpagos a convoyes realistas y sus emboscadas en pasos montañosos estratégicos mantuvieron en jaque al enemigo durante años.
- Guadalupe Victoria: Veracruz y Puebla.
Guadalupe Victoria y la Selva Veracruzana: El único insurgente que permaneció en armas durante toda la guerra, se refugió en la densa selva de Veracruz. Su conocimiento del terreno y su habilidad para evadir a las tropas realistas lo convirtieron en una figura legendaria.
- Francisco Javier Mina (breve campaña en el Bajío).
Francisco Javier Mina y la Campaña del Bajío. Mina, un liberal español que se unió a la causa independentista, lideró una audaz campaña en el Bajío. Aunque su expedición fue finalmente derrotada, sus tácticas guerrilleras y su valentía dejaron una profunda huella en la lucha por la libertad.
Resulta importante mencionar que tanto Vicente Guerrero como Guadalupe Victoria pasaron de líderes guerrilleros a figuras cruciales en la última etapa de la independencia. De hecho, llegaron a ser presidentes de México.
El Juego Político en la Tercera Etapa de la Independencia: La Constitución de Cádiz
La tercera etapa de la independencia de México se caracterizó principalmente por la guerra de guerrillas. Esto mantuvo vivo el espíritu de lucha pero no fue el único factor importante en este escenario.
La guerra de guerrillas se entrelaza con los acontecimientos en la metrópoli española, creando un escenario volátil que aceleró el camino hacia la emancipación.
El Pronunciamiento de la Constitución de Cádiz en 1820, un evento clave en este proceso, actuó como catalizador al alterar radicalmente el equilibrio de poder en Nueva España y desencadenar una serie de reacciones que culminaron en la independencia.
El Terremoto Político en Nueva España: Una oportunidad para los insurgentes
Después de eliminar a los principales instigadores de la independencia (Hidalgo y Morelos), el virreinato de Nueva España parecía estar apaciguando la rebelión insurgente.
Con todo y las tácticas guerrilleras, la corona española mantenía el control de la Nueva España pero la profunda inestabilidad política generaba cada vez más dudas a los renuentes del movimiento insurgente.
La represión brutal ejercida por el virrey Félix María Calleja, con ejecuciones sumarias, confiscaciones de bienes y deportaciones, había generado un clima de terror y descontento generalizado aun entre aquellos que apoyaban a la corona en Nueva España.
A pesar de ello, las élites novohispanas, temerosas de perder sus privilegios y posesiones, se mantenían (en su mayoría) leales a la Corona española, perpetuando así un sistema de dominación que cada vez resultaba más insostenible.
Por su parte, los líderes regionales como Vicente Guerrero en el sur, Guadalupe Victoria en Veracruz y otros caudillos, mantenían la resistencia en sus respectivas zonas, empleando tácticas guerrilleras para hostigar a las fuerzas realistas.
Sin embargo, esta dispersión dificultaba la consolidación de un frente unido y la posibilidad de lanzar una ofensiva decisiva contra el poder colonial.
Todo parecía estar bastante parejo, los guerrilleros insurgentes mantenían a raya a los realistas pero no podían atisbar un ataque definitivo que terminase con la guerra, al menos no todavía, pero pronto surgirá una oportunidad para los insurgentes.
El Terremoto Político en Nueva España: una oportunidad para los insurgentes
En 1820, un levantamiento militar en España, liderado por Rafael del Riego, obligó al rey Fernando VII a jurar la Constitución de Cádiz de 1812.
Esta constitución, de carácter liberal, establecía una monarquía constitucional, limitaba el poder del rey, reconocía derechos individuales y establecía la igualdad entre peninsulares y americanos.
El impacto de este pronunciamiento en México fue sísmico. Las élites novohispanas, que habían apoyado a Fernando VII en su regreso al absolutismo tras la caída de Napoleón, se vieron súbitamente amenazadas por la Constitución de Cádiz.
La tercera etapa de la Independencia de México es fundamental para comprender la complejidad y tenacidad de la lucha por la libertad. La resistencia insurgente, a pesar de las adversidades, demostró un profundo compromiso con la causa y sentó las bases para la consumación de la independencia.
Temían perder su poder y privilegios bajo un régimen liberal que reconocía la igualdad de derechos entre todos los ciudadanos, independientemente de su origen.
Además, la Constitución establecía la libertad de prensa y la elección de representantes a Cortes, lo que abría la posibilidad de que los criollos, excluidos hasta entonces de la toma de decisiones, pudieran acceder a puestos de poder y desafiar el dominio de los peninsulares.
Guerra de guerrillas: un factor definitivo en la independencia de México
La tercera etapa de la independencia de México fue un periodo de intensa actividad política, donde la guerra de guerrillas se entrelaza con los acontecimientos en España, creando un escenario propicio para la emancipación.
El Pronunciamiento de la Constitución de Cádiz, al amenazar los intereses de las élites novohispanas, actuó como catalizador, acelerando la convergencia de intereses entre insurgentes y realistas descontentos y culminando en la independencia de México bajo el Plan de Iguala.
La habilidad de Iturbide para aprovechar la coyuntura política y articular un proyecto que satisfacía las aspiraciones de distintos grupos sociales fue fundamental para lograr la unidad necesaria para alcanzar la independencia.
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