A finales del siglo XIX, el futbol se instaló en México marcando el comienzo de una travesía que transformaría el panorama deportivo del país.
Descubre cómo se introdujo este deporte en nuestro país, hasta los primeros pasos hacia la formación de ligas y federaciones.
Historia del futbol mexicano: el inicio
La historia del futbol en México se remonta a mediados del siglo XIX, específicamente en 1862, un fenómeno deportivo novedoso llegó a las costas mexicanas con un grupo de inmigrantes británicos que, además de sus pertenencias, trajeron consigo un balón y las reglas del futbol.
Estos ciudadanos extranjeros, muchos de ellos trabajadores de empresas británicas en el Puerto de Veracruz, buscaban recreación y esparcimiento en su nuevo hogar, como cualquier persona que desea instalarse en un país diferente al propia.
La aceptación inicial del futbol en México fue gradual. Aunque la población local observaba con curiosidad este juego medio desconocido, la adopción masiva no fue inmediata.
Sin embargo, conforme los británicos y otros residentes extranjeros formaron pequeños círculos deportivos y clubes, la semilla del futbol comenzó a germinar.
La pasión por el futbol se propagó de manera orgánica y paulatina, y se consolidó únicamente en los círculos de la comunidad británica en un inicio.
Décadas después, la comunidad española, que se mudaba a México por montones debido a las guerras y miseria que azotaba a Europa, impulsaron y fueron también entusiastas de este deporte recién llegado a nuestra nación.
La diversidad de extranjeros influyó en la configuración inicial del futbol en el país, fusionando estilos de juego y estableciendo las primeras bases para la práctica deportiva organizada.
Fue en la Ciudad de México donde el futbol encontró su primer hogar en tierras mexicanas. A medida que los residentes británicos y españoles establecían clubes y equipos, se comenzaron a organizar partidos informales en parques y terrenos disponibles.
México fue el primer país de América Latina en albergar la Copa Mundial de la FIFA en 1970. El torneo dejó una huella imborrable en la historia del futbol mexicano.
La fascinación por el futbol se extendió gradualmente más allá de las comunidades extranjeras, atrayendo a la población local que se sumó a la incipiente fiebre futbolística.
Así, la introducción del futbol en México fue un proceso evolutivo, un intercambio cultural y deportivo que trascendió las fronteras y estableció los cimientos de una de las tradiciones deportivas más queridas y arraigadas en el corazón de los mexicanos.
El primer partido de futbol en México
El primer partido registrado tuvo lugar en 1869 en la Ciudad de México.
Este histórico encuentro se realizó con equipos compuestos por residentes principalmente británicos y españoles.
Este hecho simboliza el nacimiento oficial del futbol en México. El entusiasmo generado por este partido se tradujo rápidamente en la organización de más encuentros, consolidando el deporte como una actividad recurrente y apreciada.
A medida que el futbol se arraigaba en la sociedad mexicana, más partidos se registraban en diversas regiones del país.
Equipos locales y recién formados clubes se enfrentaban en encuentros que no solo reflejaban la competencia deportiva sino también la diversidad cultural y la creciente identificación de los mexicanos con este deporte.
Estos primeros partidos contribuyeron a la formación de una narrativa deportiva que se tejió en la historia colectiva de México, estableciendo las bases para lo que se convertiría en una pasión nacional.
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La creación de la Federación Mexicana de Futbol (FMF)
En 1902 se creó la Liga Mexicana de Futbol, la primera liga organizada, aunque efímera, que sentó las bases para competiciones más estructuradas.
A medida que el futbol ganaba terreno en México, la necesidad de una organización más centralizada que supervisara y administrara el creciente panorama futbolístico se volvía evidente.
Fue en este contexto que se dio origen a la Federación Mexicana de Futbol (FMF), un parteaguas en la historia del deporte en el país.
La Federación Mexicana de Futtbol fue fundada en 1927, marcando una transición crucial hacia una estructura más formalizada y profesional del deporte.
Su creación fue el resultado de esfuerzos conjuntos de varios clubes y asociaciones regionales que buscaban establecer un órgano rector para el futbol mexicano.
El proceso de fundación no estuvo exento de desafíos y complicaciones. En sus primeros años, la FMF se esforzó por consolidar su posición y establecer normativas unificadas para dicho deporte en el país.
La diversidad de prácticas y reglas entre las ligas y clubes regionales añadió complejidad a esta tarea, pero la federación se dedicó a forjar una identidad coherente para el deporte futbolístico en México.
La FMF no solo buscaba organizar competiciones a nivel nacional, sino que también se embarcó en la misión de representar a México en el ámbito internacional.
La Copa Mundial de la FIFA en 1986 fue especial para México, ya que llegaron a los cuartos de final por primera vez en su historia. En ese torneo, se vivió la "Mano de Dios" de Diego Maradona, quien anotó un gol con la mano en el partido de cuartos de final contra Inglaterra.
Su afiliación a la FIFA en 1929 abrió las puertas para la participación de equipos mexicanos en torneos internacionales, contribuyendo al crecimiento y prestigio del futbol nacional.
A lo largo de las décadas, la FMF ha evolucionado para enfrentar los desafíos cambiantes del futbol moderno y se ha encargado de estructurar las jerarquías y divisiones del futbol mexicano.
Ha organizado competiciones de liga, copas nacionales e internacionales y ha establecido las bases para el desarrollo de las selecciones nacionales en diversas categorías.
Además, la federación ha trabajado para fortalecer la infraestructura del futbol mexicano, promoviendo la formación de jóvenes talentos y mejorando las instalaciones deportivas en todo el país.
Los primeros equipos de futbol mexicano
Los primeros equipos de futbol en México como el Reforma Athletic Club (1899), Club Aurrerá (1911) y Club España (1912) fueron pioneros en la escena futbolística mexicana.
Estos equipos, aunque en su mayoría compuestos por extranjeros, sentaron las bases para el surgimiento de equipos conformados por jugadores mexicanos.
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El Juego de pelota prehispánico: un precedente del futbol
La relación entre el juego de pelota prehispánico y el futbol moderno en México es más que una casualidad histórica, es un vínculo cultural y deportivo que ha trascendido a lo largo de los siglos.
Aunque el juego de pelota prehispánico y el futbol difieren en sus reglas, contexto y significado cultural, ambos comparten elementos que han contribuido a la formación de la identidad deportiva en México.
El juego de pelota prehispánico, practicado por culturas mesoamericanas como los aztecas y los mayas, era más que un simple entretenimiento. Tenía connotaciones ceremoniales y religiosas, a menudo vinculado a creencias cosmogónicas.
Los campos de juego, llamados tlachtli o hipódromos, eran lugares sagrados donde se llevaban a cabo competiciones de alto nivel.
El vínculo entre el juego de pelota prehispánico y el futbol moderno se puede rastrear en varios aspectos. En primer lugar, ambos deportes implican el uso de una pelota y la competencia entre dos equipos.
Aunque las reglas y el contexto son diferentes, la esencia de perseguir un objetivo común a través de la interacción física y estratégica comparten similitudes fundamentales.
Además, la importancia cultural del juego de pelota prehispánico ha dejado una huella duradera en la psique mexicana.
La pasión, el sentido del honor y la competitividad inherentes a este antiguo deporte se han transmitido a través de las generaciones, influyendo en la forma en que los mexicanos abrazamos y vivimos con emoción y pasión cada partido.
En la final de la temporada 1973-1974, conocida como el "Marichalazo", el entonces presidente de México, Luis Echeverría, intervino en un partido de la final entre América y Cruz Azul. Su intervención llevó a la repetición del partido, un hecho sin precedentes en la historia del futbol mexicano.
La conexión entre ambos deportes también se refleja en la arquitectura de los estadios modernos en México. Algunos estadios han sido diseñados para evocar la forma de los antiguos campos de juego, honrando así la herencia cultural de nuestro país.
Aunque el juego de pelota prehispánico y el futbol son deportes distintos, su entrelazamiento destaca la riqueza y continuidad de la tradición deportiva en México.
Este vínculo ofrece una perspectiva especial que va más allá del tiempo y las culturas, destacando cómo el deporte no solo es un pasatiempo, sino una parte integral de la historia y la identidad de la nación mexicana.

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